Contaminación, inundaciones, sequías, pérdida de diversidad, una matriz energética basada en combustibles fósiles y la basura son algunos de los problemas que enfrenta el país, según las ONGs. Las posibles soluciones:
1 Avance de la frontera agropecuaria: ¿soja vs. bosques?
La Argentina representa el 18 por ciento de la superficie mundial sembrada con soja, que pasó de ocupar 5 millones de hectáreas, en los '90, a 18 millones, dos décadas después. Con su avance, se perdieron 7 millones de hectáreas de bosques nativos y más de 1 millón de pastizales naturales, según el informe “Semáforo Ambiental 2014” deFundación Vida Silvestre Argentina (FVSA). Los enormes beneficios económicos y fiscales que este monocultivo trajo al país se ven ensombrecidos por los perjuicios ambientales provocados por la pérdida de diversidad. A esto se suma la pobre implementación de la Ley de Bosques, sancionada en 2007, que estableció áreas de prohibición de desmonte, que no todas las provincias respetan.
Según un informe de la Red Agroforestal Chaco y la Facultad de Agronomía de la UBA, entre 2008 y fines de 2012, se desmontaron 19.454 hectáreas en áreas rojas y 79.441 en áreas amarillas. No obstante, algunas iniciativas, como la creación de Reservas Naturales Privadas, buscan revertir esta situación. La Reserva Natural Villavicencio, por caso, protege 72.000 hectáreas con 216 especies de flora, 256 de animales y 144 de aves. “Hoy, no alcanza con proteger, hay que regenerar los recursos que perdimos”, destaca Emiliano Ezcurra, de la Fundación Banco de Bosques. Esta entidad, junto a otras 17 ONGs, impulsa el proyecto de creación del Parque Nacional La Fidelidad, en 250.000 hectáreas en las provincias de Chaco y Formosa. Otra iniciativa auspiciosa es el proyecto “Pastizales y Sabanas del Cono Sur”, que lleva a cabo la cría de ganado en pastos naturales en 60.000 hectáreas de las provinicas de Buenos Aires, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, con el asesoramiento del INTAy las ONGs Aves Argentinas, Alianza del Pastizal y FVSA.
2 Megaminería: ¿no todo lo que brilla es oro?
La minería a gran escala y “a cielo abierto” es una actividad altamente contaminante, según los expertos. “Para extraer un gramo de oro es preciso remover 4 toneladas de roca, consumir 380 litros de agua, 43,6 kwh de electricidad (similar al consumo semanal de un hogar argentino medio), 1,1 kilogramo de explosivos y 850 gramos de cianuro”, destaca un informe de Greenpeace. En la Argentina, la minería representa el 1 por ciento del PBI y exportaciones por US$ 5200 millones, según datos de 2012 de la consultora abeceb.com.
Desde las reformas a la Ley Minera de 1994, cuando se otorgó a las provincias la autonomía para manejar sus recursos naturales, la actividad cuenta con beneficios especiales, como la doble deducción fiscal, techo del 3 por ciento de regalías que pagan a las provincias y estabilidad impositiva por 30 años.
El agua y los glaciares son recursos especialmente amenazados por el boom minero. La Ley de Glaciares, sancionada en 2010 y puesta en vigencia en 2012, luego de un veto presidencial en contra, obliga a la realización de un Inventario Nacional de Glaciares para su adecuada protección. Los avances en este sentido son lentos y falta relevar aquellos glaciares que están en provincias con importantes emprendimientos mineros, como San Juan, La Rioja y Catamarca.
3 Cambio climático: su Impacto en la economía argentina
El V Reporte de Evaluación del Pane Intergubernamental sobre Cambio Climático (EPCC) advierte sobre las consecuencias que este fenómeno ya está generando en la Argentina, causado principalmente por las emisiones de carbono, producto de la deforestación para expandir la frontera agropecuaria. De acuerdo con este reporte, el 4,3 por ciento de la deforestación global ocurre en el país. El informe sobre impactos, adaptación y vulnerabilidad advierte acerca de los aumentos en las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, el Área Metropolitana y en la región central. También llama la atención sobre los efectos de las sequías, alertando que los rendimientos de los cultivos se verán reducidos por la limitación de agua en la zona de Cuyo.
Dos caras de la moneda. La Argentina es rica en recursos de agua portable (lagos, ríos y esteros), pero convive con el problema de las basura: cada argentino genera, en promedio, un kilo por día.
El estudio advierte que la mayoría de los cultivos serán afectados (excepto algunos transgénicos adaptables al estrés hídrico) y también alerta sobre los efectos económicos y sociales provocados por pérdidas de infraestructura (caminos, viviendas, comunicaciones) y aumento de epidemias en la población. La Argentina carece de un plan nacional de adaptación al cambio climático. Sin embargo, algunas jurisdicciones, como la Ciudad de Buenos Aires, tienen el suyo. También existen iniciativas para reducir su impacto, como el Programa de Adaptación y Resiliencia de la Agricultura Familiar, coordinado por técnicos del INTAy el ENTI. Se trata de un plan de transferencia tecnológica para que las familias de productores tengan acceso al agua en zonas áridas y semiáridas (dos tercios del territorio).
4 Recursos del mar. De la sobrepesca a la exploración de la Pampa Azul
En los últimos 20 años, el mar argentino perdió el 70 por ciento de su población de merluza debido a la sobrepesca y la captura y descarte de juveniles, antes de su reproducción. El cierre paulatino de algunos mercados, como el español, que exigía ejemplares pequeños, y la disminución de la actividad pesquera (tanto porfalta de recurso, como de rentabilidad del sector), permitieron una leve recuperación del ítocfedurante el último bienio. “Sin embargo, de no cumplirse los controles sobre las cuotas máximas de pesca y el uso de tecnologías que eviten la captura innecesaria de ejemplares pequeños, este recurso podría volver a perderse”, advierte el Semáforo Ambiental de Fundación Vida Silvestre. En tanto, una buena noticia respecto del mar es el proyecto Pampa Azul, liderado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, que promueve la investigación, la creación de áreas marinas protegidas y la planificación para el uso sustentable de los recursos marinos. La creación, en 2013, de la primera reserva oceánica, Namuncurá Banco Burdwood, eleva a 4 por cieto la protección del ecosistema marino nacional, seriamente amenazado por la contaminación derivada de la explotación pesquera, el volcado de efluentes, el transporte marítimo y el cambio climático.
5 Energía: ¿una apuesta a los fósiles en desmedro de la eficiencia y las fuentes renovables?
La matriz energética argentina está basada en combustibles fósiles (87 por ciento petróleo y gas), señala un informe sobre energías renovables en el que participaron el INTI, la Cámara Argentina de Energías Renovables y la Fundación Avina, entre otras organizaciones. Esto va a contramano de una tendencia global al agotamiento de estos recursos (o la suba del costo de extracción) y la necesidad de reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), responsables del cambio climático. Desde 2010, las importaciones de combustible superan a las exportaciones y son la principal causa de pérdida de divisas en el comercio internacional. La Ley de Energías Renovables (26.190) establece que para 2016, el 8 por ciento de la electricidad generada en la Argentina debe provenir de fuentes renovables. “Sin embargo, en 2012 la generación renovable representó menos del 2 por ciento del total”, advierte un reporte de Greenpeace. Esta ley fue aprobada en 2006 y reglamentada en 2009, aunque muchos de sus mecanismos de promoción no fueron puestos en marcha. La actual estructura de precios subsidiados para la energía no resulta suficiente para impulsar el desarrollo de las renovables.
La licitación de proyectos en el marco del programa Genren (Generación de Energías Renovables) recibió ofertas por 1437 MW (en su mayoría eólicos), pero al día de hoy se instalaron menos de un 10 por ciento. Un paso previo y complementario al cambio de matriz es la eficiencia energética. En su publicación “Escenarios Energéticos para la Argentina (20132030)”, Vida Silvestre afirma que “con políticas de eficiencia, se reduciría el consumo sin disminuir el crecimiento económico, evitando importar 6000 MW de energía (equivalente a dos represas como Yacyretá)”.
6 Residuos: no sirve barrerlos bajo la alfombra
Cada año, 14 millones de toneladas de residuos van a parar a rellenos sanitarios, aunque mayormente a basurales clandestinos. El 50 por ciento de estos desechos podría reutilizarse o reciclarse. Sin embargo, para esto hace falta concientización, educación e inversión. En promedio, cada argentino genera 1 kilo de basura por día, aunque esto depende mucho de su nivel de consumo: desde los casi 2 kilos diarios generados por vecinos de la zona norte de Capital y Gran Buenos Aires, a los menos de 500 gramos de los habitantes de la provincia de Misiones, según datos de la Secretaría de Ambiente.
La estrategia de “enterrar” la basura no sólo es ambientalmente cuestionable (por las filtraciones que se producen a las napas de agua), sino antieconómica, dado que dejan de aprovecharse materiales para el proceso productivo. Por otra parte, el principal complejo habilitado para verter los residuos de la Qudad y el Conurbano (elCeamse) está virtualmente colapsado desde 2013.
La separación en origen, que se implemento con éxito en algunos municipios del país, como Rafaela (Santa Fe) o Trenque Lauquen (Buenos Aires), se está empezando a realizar en la Qudad de Buenos Aires, el principal distrito generador de basura. La ley porteña de “Basura Cero”, sancionada en 2005, establecía metas de reducción de generación de basura del 30 por ciento para 2010, 50 por ciento para 2012 y 75 por ciento en 2017. “Durante ocho años no se cumplió y recién el año pasado se registró una disminución del 30 por ciento de los residuos Snviados a los rellenos del Gran Buenos Aires”, destaca Consuelo Bilbao, responsable de la campaña de Basura en Greenpeace.
La Ley de Basura Electrónica, que establecía la obligación de los productores de hacerse cargo del reciclado o disposición final de los equipos en desuso, perdió estado parlamentario en 2012, tras cuatro años de debate. No obstante, hay algunas iniciativas para gestionar en forma eficiente los residuos electrónicos (RAEE), como la llevada por la Unión de Empresarios de Tigre, con apoyo del municipio donde se inauguró el año pasado una planta de tratamiento de RAEE, a cargo del Grupo Peleo.
7 Producción limpia para ganar eficiencia y reducir costos
La producción limpia implica un uso más eficiente de materias primas, insumos, agua y energía; la utilización de materiales renovables y menos tóxicos; la disminución de residuos y emisiones de GEI; y una reducción del impacto ambiental del producto durante su ciclo de vida. Pese a las ventajas que este sistema ofrece, su implementación choca con las barreras del business as usual (la costumbre de hacer) y las dificultades financieras para adquirir capacitación y tecnología acorde.
El concepto de diseño sustentable, que posibilita el aprovechamiento de los materiales aún luego del ciclo de vida del producto, la reducción de la huella ambiental y el uso de eficiencia energética son algunas de las premisas para la producción más limpia. Las normas de gestión ambiental ganan terreno entre las empresas argentinas. Hasta 2013, más de 1300 organizaciones certificaron la norma IRAMISO 14001. Este sistema promueve varios beneficios: “Ayuda a cumplir con la variada regulación ambiental de las distintas jurisdicciones; reduce el riesgo de accidentes; hace más eficiente el uso de recursos y mejora la gestión financiera y económica; dado que pequeñas inversiones, hoy, evitan costos asociados a daños ambientales y grandes inversiones en restauración de pasivos en el futuro”, enumeran desde IRAM. En tanto, la norma ISO 50001 de eficiencia energética es de carácter voluntario y facilita a las organizaciones mejorar su desempeño energético y reducir costos y consumos. El etiquetado de eficiencia energética es obligatorio para lavarropas, bombas eléctricas, acondicionadores de aire y heladeras, y se espera extender su uso a otros electrodomésticos y dispositivos electrónicos.
Para apoyar la reconversión industrial, sobre todo de un centenar de Pymes que vuelcan sus efluentes al Riachuelo, el Banco Ciudad lanzó una línea de “Créditos Verdes”. Con un monto máximo a financiar según cada proyecto, a tasa fija hasta 48 meses o combinada hasta 60 meses, permiten la adquisición de bienes de capital, tecnologías, sofiwarey sistemas de gestión ambiental e infraestructura y capital de trabajo asociado a proyectos que promuevan el cuidado del medioambiente.
8 Huella hídrica y cuidado del agua
Pese a su nombre, el planeta Tierra está compuesto en un 75 por ciento por agua. Sin embargo, sólo un 3 por ciento es apta para consumo, ya que el 97 por ciento es agua de mar (salada). Cada producto que se consume contiene una porción de agua que se utilizó o contaminó, en forma directa o indirecta, en su producción. Es la que se expresa en los términos de huella hídrica o agua virtual, un indicador del uso de agua directo o indirecto por parte de productores y consumidores, y que es factible de ser medido a nivel de un individuo, un producto, una organización o un país.
El uso racional del agua, un bien renovable pero cada vez más escaso, requiere de educación y concientizadón. En este marco, la empresa Aysa lanzó la iniciativa “Vida Líquida”, que propone un programa educativo para todos los niveles desde inicial hasta universitario y una serie documental que se emite por el Canal Cultural Encuentro. En tanto, uno de los mayores problemas ambientales de la Argentina (tal vez el mayor, por la cantidad de población afectada), es la contaminación del Riachuelo, en cuyas márgenes viven unas siete millones de personas.
Un fallo de la Corte Suprema de la Nación dejulio de 2008 obliga al Estado nacional, a la provincia y a la ciudad de Buenos Aires, y a 14 municipios a ejecutar un plan de recomposición ambiental en su cuenca. No obstante, su cumplimiento es muy dispar. “Hay unas 11.000 industrias en los 2200 km2 que ocupa la cuenca. Unas 6000 vuelcan efluentes líquidos y 2000 son agentes contaminantes”, destaca Andrés Nápoli, director Ejecutivo de la Fundación Ambientey Recursos Naturales (FARN) Juan Carlos Villalonga, exdirector de Greenpeace Argentina y actual titular de la Agencia de Protección Ambiental del Gobierno porteño, señala: “Sería fácil terminar con la contaminación del Riachuelo si se erradicaran todas las industrias que vierten allí sus efluentes. Pero esto no es económica y socialmente viable, por eso hay que ayudar a las Pymes a reconvertir sus tecnologías”.
9 Transporte sustentable y ciudades inteligentes YA
En consonancia con una tendencia mundial, más de la mitad de la población argentina vive en ciudades. El desafío es, hoy, dotarlas de suficientes espacios verdes (las principales urbes del país tienen un déficit en este aspecto), conectarlas mediante redes de transporte público y generar incentivos para construcciones energéticamente eficientes. “Los barrios cerrados fuera del casco urbano se promovieron como espacios sustentables, pero son todo lo contrario. Se trata de ciudades dormitorio, donde la gente recurre al auto para hacer sus compras, llevar los chicos al colegio e ir a trabajar”, destaca Andrés Fingeret, director del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (1'1'UP Argentina). “La tendencia es revitalizar los cascos urbanos, que la gente vuelva a vivir (además de trabajar) en el microcentro. También la peatonalización de las calles, los sistemas de transporte público eficientes y la promoción del uso de la bicicleta”, destaca Fingeret.
A nivel nacional, “la reconstrucción de la red ferroviaria traería beneficios económicos (es más barato), ambientales (genera menos emisiones de CO2) y en la salud (reduce los accidentes de tránsito)”, destaca el titular de ITDP Argentina.
10 Consumo responsable
El actual modo de producción y consumo considera que los recursos son infinitos. Pero lo cierto es que la humanidad está viviendo en “defaulí ambiental”. Basada en datos de la Huella Ecológica, que mide los recursos naturales disponibles y su utilización, la Organización Mundial de la Conservación (WWF, por sus siglas en inglés) determina que cada año se necesitaría un planeta y medio para abastecer el consumo (desigualmente distribuido) de los habitantes del planeta. El 19 de agosto de 2014, la humanidad ya había consumido todos los recursos que genera el globo anualmente. Y cada año la fecha de default ambiental se adelanta.
Las voces de alerta son cada vez más claras y en todo el mundo están apareciendo grupos que promueven una nueva economía de ciclo cerrado y baja en carbono, como las “empresas B”, cuya función es utilizar los mecanismos de mercado para promover beneficios en la triple base (económicos, ambientales y sociales), y los movimientos de “consumidores responsables”. La economía colaborativa, basada en el intercambio de productos y servicios entre consumidores, apoyados en internet y las redes sociales, reduce el consumo de bienes nuevos, promoviendo la reutilización y la socialización. Las problemáticas ambientales aún no tienen un lugar central en los discursos políticos y mediáticos. Sin embargo, los ciudadanos están prestando atención al tema. Según se desprende de la Encuesta Nacional Ambiental realizada por Poliarquíay Vida Silvestre en junio último, el 73 por ciento reconoció estar “muy o bastante interesado” en el medioambiente, con el cambio climático como el tema de más interés (21 por ciento) , seguido por la contaminación del agua (15 por ciento), residuos (12 por ciento) y deforestación (11 por ciento). A su vez, el 64 por ciento está dispuesto a pagar más impuestos para proteger al ambiente, el 85 por ciento compraría productos sustentables aunque sean más costosos y el 38 por ciento muestra interés por las propuestas ambientales de los candidatos a los que vota. “La sociedad comprendió que la antinomia cuidado de los recursos naturales versus desarrollo económico es falsa”, concluye Diego Moreno, director General de Vida Silvestre Argentina.