Resulta significativo que la mayoría de países de Latinoamérica hayan firmado el Acuerdo, teniendo en cuenta que en la COP21 defendían diferentes posiciones. Se necesita acelerar el proceso de ratificación en cada país para que el Acuerdo entre en vigor lo antes posible.
Actualmente Estados Unidos es uno de los países que emite mayor cantidad de Gases de Efecto Invernadero (GEI), y se ha comprometido a reducir entre 26% y 28% sus emisiones al 2025, una contribución que podría ser aún más ambiciosa. Precisamente para reforzar el compromiso de Norteamérica, el pasado 22 de abril – durante la ceremonia de firma al Acuerdo de París – John Kerry, secretario de EEUU, fue el encargado de suscribir el documento en representación de su país. Su presencia – una vez más – no pasó desapercibida. En esta ocasión Kerry estuvo acompañado de su nieta, dejando claro que los esfuerzos que se hagan hoy para frenar el cambio climático permitirán a las futuras generaciones vivir en un planeta sostenible.
Latinoamérica durante la firma del Acuerdo
Latinoamérica también hizo lo propio. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos fue claro y sostuvo que: “Frenar el cambio climático es el mayor reto que ha tenido la humanidad en la historia”. Por su lado, Evo Morales, mandatario de Bolivia indicó que si no se cumplen con los compromisos asumidos en París en los próximos 30 años, la temperatura subirá 5 o 6 grados y seremos testigos de la destrucción del planeta. A su turno, Dilma Rousseff, presidenta de Brasil pidió más fondos para la lucha contra el calentamiento global. Todos los países de la región firmaron el Acuerdo de París, salvo Chile (la ausencia fue accidental), Suriname, así como Ecuador y Nicaragua, quienes han pedido cambios con algunos puntos del documento.
Jimena Nieto Carrasco, quien fue la asesora legal de Colombia en las negociaciones que condujeron al Acuerdo y coordinadora de asuntos legales para la Asociación Independiente de América Latina y el Caribe (AILAC), sostiene que resulta muy significativo que la mayoría de países de la Latinoamérica hayan firmado el Acuerdo, teniendo en cuenta que durante el proceso de negociación prevalecieron importantes diferencias en las posiciones de estos países frente a varios temas objeto de discusión (nivel de ambición, diferenciación, mecanismo de cumplimiento, entre otros) y que adicionalmente los países pertenecen al menos a cuatro grupos de negociación diferentes (ALBA, AILAC, BASIC, y OSEP).
“Que casi todos hayan demostrado a través de la firma su interés en ratificar, pone en evidencia el hecho de que el Acuerdo logró reflejar de manera balanceada, los intereses y posiciones de las naciones”, indicó Nieto Carrasco.
Por su parte, Lina Dabbagh, oficial de Política Internacional de la Red Global de Organizaciones de la Sociedad Civil sobre Cambio Climático (CAN Internacional), sostuvo a ConexiónCOP que la firma es un primer paso colectivo de la ambición hacia la acción después de forjar el nuevo tratado sobre el clima en diciembre del año pasado.
La firma no es la ratificación
En la ceremonia de la firma del Acuerdo, 174 países firmaron el Acuerdo de París, y con ello enviaron una señal positiva y de compromiso para evitar que el calentamiento global continúe incrementándose. Solo 20 países que pertenecen a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC) no firmaron el documento por diversas razones, situación que no conlleva a ningún riesgo del tratado. Sin embargo, explica Dabbagh, el hecho de que 174 países hayan firmado el Acuerdo no significa que esos países también lo ratificarán, situación que sí representaría un gran riesgo.
“La firma del Acuerdo en Nueva York no es igual a la ratificación, fue más bien una muestra de intención ante testigos de ratificar el Acuerdo. La ratificación es un proceso político que tiene que suceder a nivel nacional. Hasta la fecha 15 países han ratificado el nuevo Acuerdo, sin embargo no es suficiente para que el documento entre en vigor (y tenga un carácter jurídico) porque la regla dice que 55 países representando al menos 55% de los emisiones globales tendrán que ratificar para que eso suceda”, sostuvo.
Enrique Maurtua, director de Cambio Climático de la Fundación de Ambiente y Recursos Naturales (FARN) sostiene que la firma del Acuerdo no soluciona todos los problemas. “Es crucial que los países vean en sus parlamentos la ratificación y que después inviertan esfuerzos en mejorar las contribuciones nacionales [compromisos de reducción de emisiones de GEI presentados por cada país] antes de 2018 para que vayan en línea con el objetivo de no sobrepasar un calentamiento de 1.5°C comparado a la era pre-industrial, porque hoy las contribuciones compiladas a nivel mundial nos llevan a 2.7°C o 3.5°C y eso no es aceptable”.
Los países que no ratifican el Acuerdo quedarán fuera del proceso de toma de decisiones sobre temas esenciales, dado que en las reuniones del máximo organismo decisorio del Acuerdo solo tienen poder las Partes (es decir los Estados que lo ratifiquen).
“Los que no ratifican asistirán como meros observadores y el presidente de la reunión podrá desconocer sus objeciones en caso de manifestarlas. Adicionalmente, el Acuerdo de París comprende oportunidades importantes para los países tanto en materia de cooperación, como de transferencia de tecnología, fortalecimiento de la capacidad e incluso de alianzas en el sector privado, por lo que hacer parte de esa comunidad debería de ser un incentivo suficiente para que todos ratifiquen”, indica Nieto Carrasco.
Los esfuerzos actuales están enfocados en acelerar el proceso de ratificación en cada país, para que el Acuerdo entre en vigor lo antes posible. Se espera también que las ambiciones se incrementen en las contribuciones de los países, para que se continúe mitigando las emisiones y creando programas de adaptación, sobre todo en las zonas más vulnerables al cambio climático.