Ecológico
20/04/19
Infobae
Ciudades sustentables: ¿un objetivo difícil de alcanzar?

En un contexto de crecimiento global de las grandes urbes, la doctora en Biología y especialista en ecología urbana María di Pace da una mirada científica sobre la actualidad de la sustentabilidad y cómo alcanzarla. Por Susana Rigoz.

 

 

Según un informe de Naciones Unidas de 2018, asciende al 55 % el porcentaje global de personas que viven en urbes, proporción que aumentará aproximadamente al 68 % para 2050, no solo por el crecimiento demográfico en sí, sino debido al desplazamiento de la población desde las zonas rurales a las zonas urbanas. Por esta razón, urge gestionar de manera adecuada la problemática que ello conlleva y, de manera especial, en los países de medios y bajos ingresos.

 

Los 751 millones de personas urbanizadas en 1950 llegaron a 4200 millones en 2018. La tendencia parece continuar y alcanzará en los países de África y Asia una tasa de concentración urbana del 90 %. Tan solo India, China y Nigeria representarán el 35 % del total de población citadina con 416 millones, 255 millones y 189 millones de habitantes respectivamente. "En el caso particular de la Argentina, el porcentaje de habitantes urbanos alcanza aproximadamente un 80 %, ya que continúa la disminución de la población rural, debido a que con el avance tecnológico cada vez se requiere menos mano de obra en el campo", explica María Di Pace, doctora en Biología, investigadora y creadora de la Licenciatura en Ecología Urbana de la Universidad de General Sarmiento. En diálogo con DEF, la especialista explica en qué consiste su disciplina y pone en duda que las grandes urbes puedan alcanzar la sustentabilidad, por lo menos en la actualidad.

 

-¿Qué es la ecología urbana?

-A fines del siglo XIX, Ernst Haeckel define a la ecología como "el estudio de la relación de organismos o grupo de organismos con su ambiente o la ciencia de las interrelaciones entre los organismos y su ambiente". Esta definición estaba referida a los ambientes naturales. A mediados del siglo XX, con el crecimiento poblacional y la concentración en ciudades, surge la "ecología urbana" enfocada en las interrelaciones entre los organismos (animales y vegetales), el ambiente físico y la sociedad humana.

 

-¿Cómo definiría el ambiente urbano?

-Es el espacio ocupado fundamentalmente por la población humana. En él interactúan tres elementos clave: lo físico, propio de la naturaleza, como el aire, el suelo, el agua, entre otros; el ambiente construido en ese espacio –edificaciones, autopistas, rutas, aeropuertos– y las personas que habitan ese lugar. Dicho de otro modo, se trata del resultado de las relaciones entre lo natural, lo social y lo edificado, procesos de los cuales forman parte diversos factores y actores.

 

-Usted es pionera en esta disciplina. ¿Cómo fueron sus inicios?

-Me recibí de bióloga en 1967, en la Universidad de Buenos Aires, y realicé mis estudios de posgrado en EE. UU. En mis comienzos, me dediqué a la ecología general, en especial agrícola o de ecosistemas naturales. En esa línea, trabajé en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), más precisamente, en el tema de plagas agrícolas. La misma problemática la desarrollé durante varios años en Italia. De regreso a la Argentina, trabajé en Parques Nacionales y en el Instituto Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo que tiene sedes en Buenos Aires y Londres, dedicado a distintas problemáticas urbanas.

 

-Años después diseñó la primera licenciatura en Ecología Urbana de América Latina y Europa.

-En 1992, se fundó la Universidad Nacional de General Sarmiento, uno de cuyos objetivos era estudiar la problemática del distrito en el que tenía sede. En aquel entonces, era el municipio de General Sarmiento, actualmente dividido en los municipios de San Miguel, José C. Paz y Malvinas Argentinas. Me convocaron para diseñar esta carrera de grado –inquietud que surgió de la misma comunidad a través de encuestas realizadas por la Universidad. El diseño de la Licenciatura en Ecología Urbana fue totalmente innovador, porque hasta entonces era muy difícil encontrar estudios sobre ciudades desde el punto de vista ecológico. La Licenciatura comenzó a funcionar en 1996. Formamos un grupo interdisciplinario de docentes-investigadores integrado por biólogos, antropólogos, ingenieros, economistas, abogados, entre otros especialistas, a fin de poder abarcar los distintos aspectos de la problemática ambiental urbana. De hecho, nosotros concebimos la ecología urbana como una interrelación entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, y lo que deseamos brindar son conceptos y herramientas para el análisis y las posibles soluciones de los problemas ambientales relacionados con las ciudades y su entorno.

 

-¿Qué se considera una ciudad sostenible?

-Una de definiciones destaca la cualidad de utilizar los recursos sin agotarlos, de modo que puedan ser utilizados por las generaciones siguientes. Por otra parte, no hay que dejar de lado el hecho de que esta sustentabilidad debe sostenerse en el tiempo. Por ejemplo, ¿de qué serviría limpiar el Riachuelo si las industrias continúan contaminando? ¿Para qué hablar de separación en origen de los residuos sólidos domiciliarios si, una vez recolectados, no forma parte de un plan global de gestión de uno o varios municipios para ser reciclados? Es por eso que para hablar de sostenibilidad debemos tener en cuenta tres factores indisolubles: lo político, lo institucional y lo económico.

 

-¿Cómo se evalúa la sostenibilidad de las ciudades?

-Las variables más importantes son las vinculadas a la gestión de residuos –domiciliarios, industriales, etc.–, la provisión de cloacas, la edificación en general –cómo se construye y con qué clase de materiales–, los recursos hídricos –agua potable, aguas superficiales y subterráneas–, forestación, degradación del suelo, energía, transporte y contaminación atmosférica. Todas estas variables están interrelacionadas y no es posible analizarlas de modo individual. Son muchos los factores involucrados y que deben ser tratados de manera interrelacionada. Aunque no sea políticamente correcto decirlo, "la sustentabilidad" o lo "sostenible" se transformó en un concepto "propagandístico" que termina siendo un engaño. Es bastante pretencioso hablar en la actualidad de una ciudad sustentable en todos sus aspectos.

 

-¿Por qué considera que es un concepto propagandístico?

-Porque por tratarse de una meta difícil de alcanzar, se teje mucha mentira a su alrededor. Sin hipocresía, creo que hay que tener cuidado con la utilización de ciertos términos que por su mal uso se han desvirtuado o frivolizado.

 

-Dada su experiencia, ¿los tomadores de decisiones tienen un interés real en este tema? ¿Consultan a los especialistas?

-Depende. Desde que me recibí en el 67 hasta hoy, creo que hay un poco más de conciencia e interés –no hay que olvidar que también empezó a ser una moda– y, por otra parte, a veces no es posible ignorarlo, ya que es necesario cumplir con determinadas normas internacionales, incluso, para acceder a ciertos créditos.

 

-¿Las normas existen y no se cumplen, o directamente no existen?

-Bueno, con sinceridad, no es atinado decir que, en general, la ley y las normas se cumplen en la Argentina. Muchas normas existen, pero "nacen muertas". Por eso creo que la solución no viene por la cuestión normativa, sino a través de la concientización, la capacitación, el control y, por qué no, de la punición. El no cumplimiento afecta a la salud, la seguridad y las vidas de la población. En ese aspecto, el hogar y la escuela tienen un rol fundamental y, por eso, nuestra expectativa está puesta fundamentalmente en los niños. Otra herramienta eficiente es multar a quienes no cumplen y controlar la corrupción.

 

-¿Es optimista en cuanto al futuro?

-Sí. Yo soy una persona optimista. Creo que la sociedad de a poco va aprendiendo. Ejemplo de ello es que se cuida más la limpieza de las calles, la limpieza de los alimentos, o que muchos separan los residuos si así lo gesta el municipio, y que cada vez hay menos gente que fuma, entre otros. También creo que hay que replicar los buenos ejemplos: en Mendoza las veredas no se lavan asiduamente; en Santiago de Chile, el agua en verano cuesta el doble. Sin dudas, cuando se afecta el bolsillo, el ser humano empieza a preocuparse, por eso insisto en la importancia de concientizar, pero si así tampoco se cumple, las autoridades tienen el deber de multar a quien no respete las normas.

 

-Por último, ¿cómo evalúa a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la más importante del país?

-Creo que el principal problema de la CABA –aunque no es una urbe homogénea– es la falta de cumplimiento de las normas urbanísticas y de transporte. Otra es la situación del Área Metropolitana, donde viven más de once millones de personas, más del 50 % de las cuales carece de cloacas y de agua potable. Se trata de un territorio gigantesco en el que se concentran todas las falencias: problemas de agua potable, de cloacas, el asfalto, la gestión de residuos. Soy consciente de que en los últimos años se ha avanzado o se ha intentado, pero no alcanza. Todos los problemas del conurbano bonaerense son enormes: sociales, económicos, sanitarios, de violencia, ambientales… Yo agradezco haber trabajado en la Universidad Nacional de General Sarmiento, porque me permitió conocer a fondo la realidad del conurbano bonaerense y sus habitantes. Es una situación muy difícil de explicar, es ingrata, es injusta. Hay que vivirla.

 

*La versión original de esta nota será publicada en la Revista DEF N. 126.