Por Verónica García*
Ya no podemos negarlo: la contaminación por plástico se ha convertido en uno de los principales problemas ambientales que enfrentamos en la actualidad. Sin embargo, así como fuimos y somos sus creadores, también podemos convertirnos en su solución.
Cuando hacemos hincapié en la urgencia de una regulación sobre los productos descartables, en la prohibición de microplásticos en productos en los que pueden ser reemplazados, en la sanción de una ley de envases que incluya la responsabilidad extendida al productor y en promover una correcta separación de la basura en origen, lo hacemos desde una urgencia extrema. De acuerdo con el último informe realizado por la Universidad de Newcastle (Australia) sobre la ingestión de plásticos en seres humanos, que analizó 52 casos de estudio de todo el mundo, una persona en promedio podría estar ingiriendo aproximadamente cinco gramos de microplásticos por semana, es decir, el equivalente al peso de una tarjeta de crédito.
Todo el plástico que estamos desechando nos vuelve. Incontables y diminutos pedazos entran a nuestros ecosistemas y contaminan la comida que ingerimos, el agua que tomamos y el aire que respiramos. El plástico no desaparece, y aún no sabemos con certeza qué tanto repercute en nuestra salud y cuáles son los potenciales riesgos toxicológicos para los humanos.
Exigir políticas públicas
Si repasamos los datos más duros, hay que considerar que anualmente se arrojan 8.000.000 de toneladas de plástico al mar, y que casi la mitad de toda su producción se destina para crear productos de un solo uso.
Con la acción del mar y el sol, este material se va fraccionando en pedazos más chicos, identificados como microplásticos, que son partículas de menos de cinco milímetros. Estos microplásticos, que terminan en los océanos, contienen una gran concentración de agentes tóxicos, conocidos por generar en las especies enfermedades que impiden el desarrollo, producen alteraciones endocrinas y originan cambios de comportamiento, entre otras problemáticas. El plástico ingerido por la fauna marina persiste luego en el sistema digestivo, y provoca la disminución del apetito, bloqueos gastrointestinales y la disminución de las enzimas, llevándolos a padecer problemas en la reproducción y la alimentación, y en última instancia, afectándonos a nosotros.
Científicos de la Universidad Nacional de La Plata encontraron fibras sintéticas en los estómagos de cinco especies de peces del estuario del Río de la Plata. Investigadores del Conicet aseguran que estamos ante "niveles alarmantes" respecto de la presencia de microplásticos en las aguas del río Paraná y en los peces.
De acuerdo con datos de las Naciones Unidas (ONU), el 80% del plástico que actualmente está en el océano se originó en los continentes -y llegó al mar a través de ríos, arroyos, pluviales, el viento o lo que arrojan directamente las personas-; el 90% de las aves marinas del mundo tienen fragmentos de plástico en el estómago, y el 91% de todos los plásticos no se reciclan. Para el año 2030, se corre el riesgo de que 104.000.000 de toneladas de plástico ingresen al ambiente.
La causa es clara. Nos encontramos ante un problema mundial que solo podemos resolver si abordamos medidas y políticas para reducir la producción y el uso del plástico, y atacar esta crisis. Si no queremos plástico en nuestro cuerpo, tenemos que detener las millones de toneladas de plástico que abandonamos y descartamos, que no se biodegradan y sobre las que no tenemos plan de manejo alguno.
Recientemente, ministros de los países que integran el G-20 acordaron crear un marco de acción internacional para reducir la contaminación por plásticos en los océanos, pero la adopción de estas medidas será, en principio, voluntaria.
Desde Vida Silvestre, y junto con otras organizaciones, estamos trabajando e impulsando un proyecto de ley concreto sobre los microplásticos primarios que prohíba para fines de este año la producción, importación y comercialización de productos cosméticos y de higiene oral de uso odontológico que contengan microperlas de plástico añadidas intencionalmente. Esto disminuiría la cantidad de microplásticos que se vierten en el ambiente y, por lo tanto, la de partículas de plástico que ingresan en nuestro organismo.
Para poder brindar respuestas integrales, estamos trabajando además en otros dos proyectos de ley: un plan de eliminación de entrega de bolsas plásticas en cada venta por establecimientos de comercio y una ley de presupuestos mínimos de gestión ambiental de envases, contemplando la responsabilidad extendida al productor.
Es necesario que la conversación sobre la contaminación por plásticos se torne seria y forme parte de la agenda legislativa para encarar esta crisis con resoluciones transversales y concretas, sin dilaciones. Somos los responsables de esta situación. Ahora debemos ser los que la arreglen.
La autora es coordinadora del Proyecto de Basura Marina de Vida Silvestre Argentina
El impacto del microplástico en cifras
En el organismo
- 250 gramos de plásticos ingerimos al año: Las personas comen alrededor de 2000 partículas de plástico cada semana, unos 5 gramos; aproximadamente, 21 gramos al mes.
- 1760 partículas de plástico tiene el agua que se consume semanalmente: La mayor fuente de ingestión de plástico en todo el mundo es a través del agua, tanto embotellada como de la canilla.
- 182 partículas la porción de mariscos: Otra fuente de microplásticos son los moluscos (mejillones, almejas, etc.) y crustáceos (camarones, langostinos, etc.). Consumidos diariamente aportarían 0,5 gramos, ya que se comen enteros, incluido su sistema digestivo. Les siguen en cantidad de fibras plásticas que aportan la cerveza (10) y la sal (11).
En el medioambiente
- 75% del plástico se desperdicia: No es reciclado; la elaboración de plástico virgen aumentó 200 veces desde 1950.
- 87% de la basura plástica termina en la naturaleza: Llegan a las bocas de tormenta, viajan por los pluviales y terminan en las playas o directamente en el mar.
- El océano contendrá una tonelada métrica de plástico por cada tres toneladas métricas de peces para 2025.
Qué podemos hacer
- Aunque decir no a los plásticos de un solo uso y usar bolsas reutilizables es un gran primer paso y debería ser una obligación, desde la Organización Mundial de Conservación y Vida Silvestre Argentina aclaran que son los gobiernos y las industrias los que tienen que resolver el problema de fondo, cambiando sus modelos de producción, las leyes y las políticas públicas.
- El estudio de Vida Silvestre incluyó el desarrollo de una calculadora para poder conocer el consumo individual. Hay un test y también es posible firmar una petición para la creación de un tratado global
*Verónica García es Coordinadora del Proyecto de Basura Marina de Fundación Vida Silvestre Argentina.