Llamamos así, al día en el que "el Planeta entra en números rojos". es el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra (‘Earth Overshoot Day’).
Una fecha que no ha dejado de adelantarse desde 1970. En 1997, la Tierra consumió los recursos naturales, que regenera en un año, a finales del mes de septiembre, en 2016 fue el 8 de agosto, y este año casi una semana antes, en 2017, el día 2 de agosto ya habíamos agotado todos los recursos que la naturaleza puede regenerar este año.
El día de la sobrecapacidad explicado en un minuto.
Vivir en un Planeta
El siglo XXI plantea a la humanidad un doble desafío: mantener viva la naturaleza y construir un mundo equitativo para las personas en un planeta finito. Conseguir ese ambicioso objetivo, un planeta en el que las personas vivamos en armonía con la naturaleza, es el objetivo de nuestro trabajo en WWF. Para hacerlo tenemos que cambiar la forma de "vida": desde el modo en el que consumimos y producimos los alimentos, a cómo nos movemos, cómo conseguimos nuestra energía o cómo y en qué se invierte nuestro dinero.
¿Cómo retrasar este día?
Estamos a tiempo de lograr detener la degradación de la Tierra: si retrasásemos el Día de la Sobrecapacidad de la Tierra 4,5 días cada año, en 2050 volveríamos a vivir dentro de los límites del Planeta.
Hay cosas que todas las personas podemos hacer en nuestro día a día para retrasar la fecha: por ejemplo:
- Acabando con el 50% del desperdicio de alimentos en el mundo, la retrasaríamos 11 días.
- Reduciendo a la mitad el uso del coche, la moveríamos 10 días atrás en el calendario.
Con esta herramienta (en inglés), puedes calcular tu huella ecológica personal.
Cada acción y cambio, por pequeño que sea, puede suponer una diferencia. Pero también hacen falta cambios globales y a gran escala, y en ello también trabajamos en WWF. La adopción de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y la firma del Acuerdo de París contra el cambio climático son señales para el optimismo.
El 60% de la huella ecológica de la humanidad se debe al carbono que tiene que absorber la atmósfera por nuestras emisiones. La Huella Ecológica mide la extensión del área biológicamente productiva necesaria para suministrar recursos y absorber residuos. Considera seis categorías de demandas: huella de las tierras de cultivo, de las tierras de pastoreo, de las zonas de pesca, la huella forestal, la huella del suelo urbanizado y la huella de carbono, y así se reparte su impacto:
Contamos contigo para proteger nuestro único planeta y lograr un futuro mejor, en el que los seres humanos vivamos en armonía con la naturaleza.