Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia sufren el retroceso de sus masas de hielo sobre la Cordillera, como consecuencia del cambio climático. El Banco Mundial y la UNESCO promueven la búsqueda de soluciones.
Poco más de una década. Éste fue el breve lapso que tardó el cambio climático en provocar el derretimiento de la tercera parte de los glaciares ubicados en Perú, Bolivia, Ecuador y Colombia, y que amenaza con devorarse el resto de los hielos en el continente en el menor tiempo posible.
Chacaltaya, Bolivia, fue la estación de esquí más alta del mundo
La afluencia de los glaciares es crucial para mantener relativamente constante el flujo de agua durante todo el año. La mayor parte de la nieve que cae sobre la Cordillera de los Andes se almacena primero en los glaciares de las montañas en forma de hielo, para luego ser liberada en el tiempo.
Por este motivo es que los hielos constituyen un medio de amortiguamiento fundamental durante la época de más lluvias y proveen de agua para uso doméstico, agrícola e industrial durante la estación de menores precipitaciones.
De las naciones andinas, Bolivia es la que hasta ahora se llevó la peor parte: más del 40% de su masa helada fue perdiendo su consistencia, dejando a la vista las rocas que forman su núcleo.
Un ejemplo en la nación del Altiplano es el glaciar Chacaltaya, situado a sólo 30 kilómetros de La Paz. Fue la estación de esquí más alta del mundo (más de 5.300 metros sobre el nivel del mar) y también la más cercana a la línea del Ecuador, pero en 2010 desapareció definitivamente.
Perú cuenta con el 71% de los glaciares tropicales que existen en el planeta, en las últimas tres décadas se ha derretido el 40% de su superficie glacial, y se estima que durante la década del 2020 aquellos glaciares que se encuentran por debajo de los 5.000 metros directamente habrán desaparecido.
Los hielos peruanos están distribuidos en 20 regiones montañosas que cubren unos 2.000 kilómetros cuadrados. El nevado Pastoruri, de 5.200 metros de altura, una de las joyas turísticas del Parque Nacional de Huascarán, en Ancash, ha disminuido 30% entre 1995 y 2005.
El Instituto Geofísico del Perú (IGP) advirtió que para el año 2030 la laguna de Huaytapallana, ubicada en la provincia de Huancayo en la región Junín (en el centro del país) se secará porque su principal proveedor de agua, el nevado que lleva el mismo nombre, se habrá derretido.
Un escenario similar es el que se registra en Ecuador, donde algunos hielos retroceden entre 25 y 30 metros por año. Luis Maisincho, especialista en monitoreo de glaciares del Instituto Meteorológico de Ecuador, advierte que "si continúa la tendencia actual de incremento de la temperatura y disminución de las lluvias el glaciar Antisana (ubicado a 40 kilómetros al sudeste de Quito) eventualmente podría desaparecer después del año 2070".
Glaciar Antisana
El especialista del BM agrega que "este fenómeno de retroceso, e incluso desaparición de muchos glaciares, se está viendo en toda la región y por esto se puede visualizar un futuro en el que los glaciares puedan desaparecer por completo en esta zona o verse drásticamente reducidos".
"El impacto del cambio climático afectará fuertemente a las economías"
Un proyecto para adaptarse
Sin embargo, previendo la extinción de los hielos en América Latina es que el Banco Mundial coordina desde 2008 el "Proyecto de adaptación regional al impacto del veloz derretimiento de glaciares en los Andes tropicales (Proyecto Regional Andes), en Bolivia, Ecuador y Perú.
"El impacto del cambio climático afectará fuertemente a las economías de los países andinos, y en especial a los pobres. Y por eso adaptarnos al cambio climático resulta crucial dados los severos e irreversibles efectos que éste tendrá en Latinoamérica", señaló en su momento Carlos Felipe Jaramillo, director del BM para Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela.
Mira-Salama añade que "el Proyecto Retroceso trata de apoyar a los ministerios de medio ambiente de los países andinos en sus esfuerzos para adaptarse a los impactos del cambio climático. Se está invirtiendo en conocimiento, en tecnología y en equipos de medición y monitoreo".
Según el ingeniero químico español, "también se están destinando recursos a medidas específicas de adaptación en el terreno, como por ejemplo restauración de páramo, intentar reducir las pérdidas en los sistemas de abastecimiento de agua, y trabajo con las comunidades en encontrar variedades agrarias más resistentes de los cultivos".