Según un duro informe del Banco Mundial, representaron el 60% de las catástrofes en las últimas décadas. Y explican el 95% de las pérdidas económicas por estas causas en el país.
Otra vez llovió más de la cuenta, otra vez el corazón productivo del país quedó bajo el agua y otra vez los daños son impactantes. La estimación oficial es que más de US$ 1.100 millones ya se perdieron este año, sólo en la provincia de Santa Fe, por el anegamiento de campos y de más de 70 ciudades. Lo que advierten especialistas es que estos dramas no son aislados, sino que ocurren cada vez más. Por el cambio climático, pero también por el impacto de acciones humanas.
Un informe del Banco Mundial, titulado Análisis ambiental del país: Argentina, consideró que "las inundaciones son el mayor desastre natural que amenaza a la Argentina". Es que, según destacan, representan el 60% de las catástrofes de cada año -el resto son tormentas, sequías e incendios, entre otras- y explican 95% de las pérdidas económicas por estas causas.
"El costo de las inundaciones ribereñas -por desborde de ríos- representa el 49% del costo anual total por desastres naturales, mientras que el costo de las inundaciones urbanas significa otro 46%", afirma el trabajo, hecho en 2016 por un equipo de expertos en desarrollo sostenible, medio ambiente y recursos naturales. En total, calcularon que los daños causados por el agua equivalen cada año al 0,7% del producto bruto interno (PBI). O sea, de toda la riqueza generada en el país.
La investigación reconoce que "la cantidad e intensidad de las precipitaciones se incrementó": el volumen de lluvias creció 20% entre 1961 y 2010. Pero sugiere que esto por sí mismo no alcanza para explicar la magnitud de los desastres actuales: "La deforestación en las cuencas altas, una infraestructura deficiente de drenaje en el área rural y las mayores precipitaciones contribuyen a un riesgo acrecentado de sufrir inundaciones ribereñas".
Según el informe, en los últimos años hubo una tala excesiva. Fue especialmente en el norte del país, para convertir áreas forestales en terrenos para cultivo. Así, entre 2001 y 2014 desapareció el 12% de los bosques argentinos, una pérdida equivalente a una cancha de fútbol llena de árboles por minuto. Esto, afirman, se dio a un ritmo que duplicó la media mundial para el mismo período (6,3%).
"Como estas áreas se encuentran ubicadas en las cuencas superiores de los principales ríos -señalan-, los escurrimientos de agua provocados se acumulan en mayores volúmenes y a un ritmo más acelerado. Aguas abajo, los canales de drenaje que se construyeron para reducir el riesgo de inundación cambiaron la hidrología y produjeron mayores escurrimientos que resultaron en más inundaciones y sedimentación."
Respecto de las ciudades, donde viven 9 de cada 10 argentinos, el informe destaca que los anegamientos también son el principal problema ambiental y que "los pobres y vulnerables" son las mayores víctimas. Las causas, en este caso, apuntan a que las urbes se expandieron sin la planificación y las obras necesarias.
Dice la investigación: "Con la pavimentación y construcción de edificios, las tierras se transforman en impermeables, lo que disminuye las posibilidades de infiltración, y aumenta la acumulación de agua en los sistemas de alcantarillado y en las calles. Además, cuando la vegetación se reemplaza por infraestructura urbana, disminuye la capacidad de evapotranspiración".
Para el Banco Mundial, las ciudades del país también tienen serios problemas con la calidad del aire (en Buenos Aires la contaminación "casi sextuplica" lo recomendado), en la calidad del agua (sólo 12% de las residuales se trata) y en el manejo de la basura, donde abunda la eliminación a cielo abierto y "el reciclado es aún limitado".
Entre las inundaciones y el resto de los problemas, según el organismo, "un estimado conservador coloca al costo de la degradación ambiental en un 8,11% del PBI". Son, cada año, más de U$S 45.000 millones.