Ecológico
16/09/18
El País
Los que ‘boicotean’ las políticas contra el clima de Trump

La Cumbre de Acción Global del Clima se cierra en San Francisco con decenas de anuncios para avanzar hacia una economía baja en carbono.

 

 

Los negacionistas climáticos de Estados Unidos, con su presidente a la cabeza, han recibido una doble bofetada esta semana. Una en cada costa. Al mismo tiempo que la atlántica recibía al huracán Florence —un fenómeno meteorológico cada vez más fuerte y frecuente por culpa del calentamiento global—, en el Pacífico más de 4.000 personas abordaban soluciones para el problema obviando las políticas de la Casa Blanca.

 

La Cumbre Global de Acción del Clima, celebrada esta semana en San Francisco, se ha parecido, por momentos, a una conferencia contra las políticas medioambientales de Donald Trump. Ha sido un foro lleno de anuncios (ver cuadro abajo) que ahondan en los compromisos de París para evitar que la temperatura del planeta suba más de dos grados, lo que tendría terribles consecuencias. Pero ha sido, también, un mensaje a dos meses de las elecciones al Senado de EE UU. Un recado tanto hacia dentro como hacia fuera: aunque la potencia mundial anunciase que se retiraba del acuerdo de la COP21, la mayoría de su gente, sus ciudades, sus estados y grandes empresas tienen la firme intención de luchar por que se cumplan.

 

“Los americanos son mucho más listos que su presidente. Por eso 38 estados de EE UU, con el liderazgo del gobernador Jerry Brown [de California, impulsor de la cumbre] y de otros, junto con alcaldes de todo el país están adoptando energías renovables. Ellos no han abandonado París”, aseguraba John Kerry, exsecretario de Estado.

 

Es el espíritu de la plataforma We Are Still In (todavía estamos dentro), que reivindica que más de 3.500 líderes de todo el país (2.120 grandes empresarios e inversores, 281 ciudades y condados, 344 universidades, 39 instituciones culturales, 26 de salud, 31 grupos religiosos, 10 estados y nueve tribus), que representan a 169 millones de personas, van a continuar el camino de una transición energética hacia un mundo libre de carbono pase lo que pase en la Casa Blanca. El exvicepresidente Al Gore, ovacionadísimo, se encargó de recordar que el presidente que la ocupe en 2020 todavía estará a tiempo de revertir la decisión de Trump de salir del acuerdo de París. “Tenemos la voluntad política, que es un recurso renovable”, proclamó.

 

A pesar del aroma demócrata de la cumbre, varios participantes incidieron en la idea de que el cambio climático no es una cuestión partidista. El más claro fue el republicano James Brainard, alcalde de Carmel (Indiana): “Sea del partido que sea, todo el mundo quiere beber agua limpia y respirar aire puro. Tenemos que tomarnos a los científicos en serio; hacer lo contrario no tiene nada que ver con los valores conservadores. Al presidente le gusta hablar de un gran país, y un gran país muestra liderazgo en problemas críticos como el cambio climático. Y los grandes gobernantes dejan el país en mejores condiciones que lo encontraron. A pesar de Washington, la gente de nuestro país hará lo que es necesario”.

 

En un asunto como el cambio climático, que no para de dar malas noticias, la cumbre también supuso una inyección de optimismo. Anuncios como el de 27 grandes ciudades, que han conseguido comenzar a rebajar las emisiones de efecto invernadero, compromisos de empresas para prácticas más sostenibles y grandes donaciones para combatir el calentamiento global ayudaron a este ambiente.

 

Uno de los mensajes que se ha querido trasladar al mundo es que la lucha contra el cambio climático no va contra el desarrollo. Que una economía verde no es un lastre, sino un impulsor del crecimiento. Según un estudio presentado en la cumbre, más allá de las bondades para la salud y el medioambiente, una transición ecológica puede aportar 26 billones de dólares en beneficios económicos hasta 2030, generar 65 millones de puestos de empleos y más de 2,8 billones de dólares en ingresos para los gobiernos.

 

Pero el encuentro, al que EL PAÍS acude invitado por Alianza para el Clima y el Uso de la Tierra (CLUA, por sus siglas en inglés), también tuvo su cara B, con protestas en la calle por parte de grupos ambientalistas. Han criticado la “hipocresía” del gobernador de California, que al mismo tiempo que se comprometía a que su estado use un 100% de energía limpia en 2045, ha recibido más de nueve millones en donaciones de petroleras y permitido más de 20.000 perforaciones en busca de crudo.

 

Algunos grupos indígenas también reclamaban ser protagonistas de las decisiones que se tomen en torno al clima, ya que son ellos los más perjudicados por un calentamiento global que no han provocado. Al contrario, se reivindican como los mejores guardianes de los bosques, ya que las tierras que ellos salvaguardan sufren entre dos y tres veces menos deforestación. Un estudio presentado en el marco de la cumbre asegura que sus bosques capturan 300.000 millones de toneladas de dióxido de carbono, 33 veces las emisiones del mundo para producir energía en un año.

 

 

LOS PRINCIPALES ANUNCIOS DE LA CUMBRE

 

La transición hacia una economía baja en carbono requiere cambios. Costaría encontrar un momento en los que se hayan anunciado más que en la cumbre de San Francisco. Estos son solo algunos de ellos:

 

Más de 70 grandes ciudades, hogar de unos 425 millones de personas, se han propuesto alcanzar la neutralidad de emisiones de carbono en 2050.

12 regiones, incluidas Cataluña, Lombardía, Escocia y el estado de Washington, donde viven más de 80 millones de personas y que representan más del 5% del PIB mundial, se han comprometido a tener el 100% por ciento de flotas de vehículos públicos de cero emisiones para 2030. También lo han hecho 23 grandes compañías internacionales que suman ingresos de más de 470.000 millones de dólares.

26 ciudades con 140 millones de habitantes comprarán solo autobuses de cero emisiones a partir de 2025.

488 empresas de 38 países han adoptado vías de reducción de emisiones en línea con el Acuerdo de París, casi un 40% más que el año pasado. Como un ejemplo, Levi Strauss & Co. se ha marcado el objetivo de reducir el 90% en las emisiones en todas las instalaciones propias y operadas y una reducción del 40% en su cadena de suministro para 2025. En conjunto, estas más de 480 empresas generan 10 billones de dólares.

Una nueva alianza que vincula a más de 100 ONG, empresas, gobiernos estatales y locales, grupos indígenas y comunidades locales iniciarán una agenda de protección forestal, alimentaria y de tierras. Entre estas acciones, más de 100 empresas de suministro, como los supermercados Tesco, se comprometieron a trabajar con diversas organizaciones para detener la deforestación y la pérdida de vegetación autóctona en el Cerrado, Brasil.

Empresas como Walmart y Unilever se comprometieron con el Proyecto de Restauración de Sabah, de aproximadamente 4.000 hectáreas en las cuencas de los ríos Sugut, Kinabatangan y Tawau en Malasia.

Ecuador, en asociación con Noruega y Alemania, anunció una iniciativa proamazónica de 50 millones de dólares para conservar 13,6 millones de hectáreas de selvas tropicales.

Nueve grandes fundaciones filantrópicas se han comprometido a donar casi 400 millones de euros en los próximos cinco años para proteger los bosques tropicales.

34 gobernadores (el equivalente en España a presidentes de comunidades autónomas) de los cinco continentes han firmado un acuerdo con las comunidades indígenas que viven en sus territorios para salvaguardar sus bosques y colaborar activamente en su protección.

Casi 400 inversores que administran 32 billones de dólares en activos asumen la responsabilidad de acelerar y ampliar los flujos financieros hacia la acción climática y construir una economía global más sostenible y baja en carbono.