La práctica viene aumentando la prevalencia de enfermedades respiratorias, de piel y cáncer, e impide el desarrollo de una agricultura saludable y sustentable. "El fracaso de un modelo que beneficia a unos pocos mientras el resto de los argentinos debe asumir un pasivo ambiental y sanitario inmenso"
La zona periurbana de algunas ciudades argentinas continúa siendo blanco de fumigaciones de agrotóxicos. La práctica viene aumentando la prevalencia de enfermedades respiratorias, de piel y hasta de cáncer, e impide el desarrollo de una agricultura saludable y sustentable. La denuncia es realizada por la Red Nacional de Acción Ecologista (Renace) de Argentina, que decidió, una vez más, mostrar que los reclamos de los pueblos fumigados están siendo despreciados en detrimento de un modelo agrario que beneficia a pocos y perjudica a miles.
La Renace también denuncia la falta de respuesta a los llamamientos y recursos presentados por organizaciones de la sociedad civil de Buenos Aires, Chaco, Santa Fe, San Luis, Córdoba y Entre Ríos para parar el constante atentado contra la salud pública. Por la falta de acción de las autoridades argentinas, muchas organizaciones ya dejaron de procurar a los órganos de la justicia y están pidiendo auxilio a la Renace para encontrar un camino que lleve a ponerle un punto final a este problema.
Además de la fuerza de los propietarios de tierra y de la falta de acción por parte de las autoridades, que esconden el peligro y los efectos de los agrotóxicos sobre la salud y sobre el medio ambiente, la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria (Conabia) y el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agropecuaria (Senasa) aprobaron semillas para ser cultivadas con nuevos agrotóxicos más potentes, algunos hasta prohibidos en otras partes del mundo, como el glufosinato de amonio para la soja RR2 (producto de la Monsanto) y la soja resistente al 2,4D (producto de la empresa Dow AgroSciences), un componente del agente naranja usado por Estados Unidos sobre el territorio vietnamita en la guerra que mantuvieron los dos países. El 2,4D es un herbicida usado desde 1940, muy cuestionado a nivel internacional y que está prohibido en Dinamarca, Noruega y Suecia.
"El completo fracaso de un modelo de producción obsoleto importado en los años 90, que se anunciaba para reducir el uso y la toxicidad, y preveía beneficios para todos, pretende ser disimulado con más químicos, cuyas cantidades aumentaron más del 1000% desde entonces, recurriéndose a tóxicos de mediados del siglo pasado, que no hicieron más que incrementar los balances de un puñado de propietarios de tierras y varias multinacionales, mientras que el resto de los 40 millones de argentinos asumen obligados por las circunstancias el pasivo sanitario y ambiental a costa de daños inconmensurables para las personas y el medio ambiente", denuncian.
A pesar de los esfuerzos de las organizaciones ambientales, los intentos por colocar el tema de las fumigaciones en debate con las comunidades afectadas son despreciados. La Renace alerta que un proyecto propuesto por cinco legisladores de la Cámara de Diputados de Santa Fe, que proponía, entre otras medidas, distanciar mil metros las fumigaciones de las escuelas y prohibir las fumigaciones aéreas, incluso sin haber sido ni siquiera discutido, perderá estado parlamentario en mayo. Por situaciones como ésta, la Renace responsabiliza a todos los administradores locales, provinciales y nacionales por los perjuicios causados a las poblaciones afectadas hoy y por los perjuicios a las generaciones futuras, y los convoca a preservar la salud y un medio ambiente saludable.