Mientras, las empresas que las fabrican o importan deberán elaborar planes de recolección y tratamiento.
En Capital se consumen 19 millones de pilas por año, equivalentes a 500 toneladas. Son uno de los desechos domiciliarios más contaminantes y el eterno dilema es qué hacer con ellas cuando termina su vida útil. A partir de ahora, se las puede entregar en los puntos verdes móviles, que son camionetas que recorren distintos puntos de la Ciudad.
En julio del año pasado, la Legislatura porteña aprobó un plan de “Gestión ambiental de pilas en desuso”, que las considera como residuos sólidos urbanos que deben ser objeto de un “manejo especial” por sus potenciales características de peligrosidad, nocividad o toxicidad. La ley se refiere a las pilas AA, AAA, AAAA, C, D, N, prismáticas 9V, y de tipo botón. Y establece que sus fabricantes y distribuidores también deben hacerse cargo de disponer de ellas cuando son desechadas.
Para eso, los productores e importadores tendrán que presentar un plan detallado ante la autoridad de aplicación, que es la Agencia de Protección Ambiental (APrA). Deberán explicar cómo recolectarán, transportarán, tratarán y dispondrán los residuos, teniendo en cuenta la protección del ambiente y de la salud humana, y usando la mejor tecnología disponible. Una vez aprobado el plan, deberán financiarlo y ponerlo en marcha.
En noviembre, la Ciudad firmó un convenio con las empresas. Y se definió que mientras los productores e importadores elaboran sus planes de recolección y tratamiento, el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño recibirá las pilas agotadas o sulfatadas, comunes o recargables, en los puntos verdes móviles. El cronograma con el recorrido de estas camionetas puede consultarse en www.buenosaires.gob.ar/puntoverdemovil.
“Desde la Ciudad apuntamos a la economía circular, basada en el consumo responsable y en el aprovechamiento de nuestros recursos. En ese marco surge esta iniciativa, también impulsada por una demanda de los vecinos que hasta hace poco no sabían dónde descartar sus pilas”, afirmó Eduardo Macchiavelli, el ministro Ambiente y Espacio Público porteño.
Las pilas entregadas por los vecinos serán transportadas hacia un Centro de Acopio donde, según explican en el ministerio, se garantizará "un manejo adecuado y ambientalmente seguro". Después de su clasificación, quedarán almacenadas hasta que las empresas inicien su plan de recolección y tratamiento.
El país importa 200 millones de pilas por año. Los importadores Energizer, Rayovac y Newsan (que trae los productos de la marca Duracell) concentran el 90% del mercado de las alcalinas, que son las más usadas.
Según fuentes oficiales, el 60% de las pilas que ingresan al país son recargables. El 40% restante son las denominadas primarias (no recargables), que a su vez representan el 69% de las recolectadas en la Ciudad. Sólo un 0,01% de todos los residuos generados en viviendas, comercios y oficinas porteños son pilas y baterías agotadas. Esto representa unos 323 kilos por día.
Los componentes químicos de las pilas suelen ser metales, ácidos y sales irritantes, algunos muy tóxicos aún en concentraciones bajas, como el mercurio, el cadmio y el plomo. Una vez de desechadas, pueden perder su capa protectora de metal y esos metales pueden filtrarse a través del suelo y contaminar los cursos de agua subterránea y acuíferos.