El temporal que en los últimos días afectó a seis provincias y dejó 12 muertos y miles de evacuados reinstaló el debate.
Doce muertos. Miles de evacuados. Pérdidas materiales que superan los mil millones de pesos. Las lluvias que afectaron en los últimos días a seis provincias argentinas reinstalaron el debate en torno al clima, en el que se cruzan dos argumentos. El de los que indican que el cambio climático global ya se hace sentir a través de fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes e intensos. Y el de los que entienden que el calentamiento planetario hoy se puede probar a través de indicadores que en la Región mostraron fuertes incrementos en los últimos 100 años (como la temperatura promedio que aumentó un grado, o las lluvias, que se incrementaron un 20%). Pero que sus efectos concretos todavía no se están haciendo sentir y que las catástrofes climáticas que sufre el país se deben a que muchas poblaciones son, por distintos factores (todos provocados por el hombre) más vulnerables a los efectos del clima.
Con todo, los especialistas destacan que, más allá del peso que tenga cada uno de estos elementos - el cambio climático global propiamente dicho o los cambios del entorno que hacen más vulnerables a las comunidades - se hace necesario adecuarse a la nueva situación a través de medidas de adaptación que incluyan desde sistemas eficaces de alertas tempranas hasta normas urbanísticas tomadas pensando en esta amenaza. Porque si hay algo de lo que hay plena certeza entre los expertos es que estos fenómenos llegaron para quedarse.
Las últimas lluvias, que castigaron al centro y el norte del país en los últimos días impactaron en seis provincias (Córdoba, Santa Fe, Tucumán, Santiago del Estero, San Luis y Catamarca) en lo que autoridades de las zonas afectadas no dudaron en considerar como la catástrofe climática más grande de los últimos 50 años en esa región. Un dato sirve par ilustrar esta aseveración: sólo en febrero llovieron en Córdoba Capital 379 milímetros cuando el registro histórico anual es de 269 milímetros.
Doce muertos, miles de evacuados, rutas cortadas, pueblos aislados y pérdidas millonarias dibujaron un paisaje de desolación cuya recuperación demandará años, según las primeras estimaciones.
A la hora de evaluar las causas del trágico temporal, no se alude a una sola, sino a una multiplicidad de factores entre los que sobresalen el cambio climático y el factor humano.
En lo que hace al clima propiamente dicho, especialistas del INTA Manfredi, en Córdoba, aluden a varios elementos: al cambio climático global, sí, pero también a otro más coyuntural: la influencia de la Corriente del Niño, que incrementa las lluvias en América del Sur.
Después de eso, se apunta a otro factor, que tiene que ver con la acción inmediata del hombre. En este caso, desde el INTA Manfredi se habla del uso del suelo (la forma en que crecen las ciudades, registrando asentamientos humanos en zonas inundables o a la vera de los cauces de agua) y el modo en que se utilizan los recursos naturales.
En plena región sojera y donde se esperaba este año una cosecha récord de 57 millones de toneladas, fueron varias las voces que apuntaron a los desmontes de campos para adaptarlos al cultivo de soja y a los cultivos intensivos como la primera causa del problema.
En Tucumán, Juan Sirimaldi, titular de la Dirección de Aguas de la Provincia dijo que “los desmontes son responsables del 70% de las inundaciones” y dio el ejemplo de Juan Bautista Alberdi, departamento donde se desmontaron 3.000 hectáreas en los últimos años para sembrar soja.
Desde el Colegio de Agrimensores de Córdoba, Horacio Di Marco, su presidente, también puso en foco a la deforestación, al sobrepastoreo de las tierras, a los cultivos intensivos y a los loteos que impermeabilizan los suelos impiden o retrasan el escurrimiento de las aguas.