Muniboletin
04/06/24
Bichos de campo
La Facultad de Agronomía colabora con la producción de compost a partir del reciclaje de residuos orgánicos en la ex Villa 31

En CABA se generan a diario casi 4.500 toneladas de residuos, de las que un tercio son restos orgánicos que suelen terminar en rellenos sanitarios. En el barrio Padre Mugica, la ex Villa 31, funciona una planta llamada “A Todo Reciclaje”, que recupera y revaloriza los orgánicos por medio del compostaje. Allí un grupo de estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) analizó la posibilidad de aumentar el alcance de la iniciativa y la calidad y la cantidad del compost que se elabora.

 

“En CABA, cada persona produce cerca de 1,5 kilos de basura por día. Si bien mucha gente separa los reciclables, no pasa lo mismo con los orgánicos. Por eso, 30% de los residuos en los contenedores negros son restos de verdura, fruta o yerba que suelen terminar en rellenos sanitarios. En la ciudad hay alternativas para tratarlos y aprovecharlos. Una es el compostaje”, contó Sol Wilkinson Barral, reciente egresada de la Licenciatura en Ciencias Ambientales de la FAUBA, al sitio de divulgación Sobre la Tierra, perteneciente a esa facultad.

 

En 2018, para gestionar los residuos de los 45 mil habitantes del barrio Padre Mugica se creó la planta A Todo Reciclaje (ATR), donde trabajan 400 integrantes de 17 cooperativas. En 2022 se incorporó un área de composteras para difundir cómo se transforman los residuos orgánicos en compost, un producto rico en nutrientes para fertilizar suelos.

 

Wilkinson Barral comentó que con su tesis quiso contribuir a fortalecer el área de compost de ATR. “Analicé la cantidad y la calidad que se genera, y la posibilidad de tratar un volumen mayor de residuos orgánicos y de vender el compost. ATR podría producir 160 kilos de compost cada tres meses a partir de 465 kilos de residuos orgánicos del barrio. Ya generó 220 kilos de compost de gran calidad, y aún puede ser mejor”, destacó Sol.

 

Y aclaró: “La calidad del compost cumple con los parámetros que exige el SENASA para certificar y comercializarlo, excepto pH y materia orgánica, que se pueden solucionar fácilmente. Miramos estabilidad y madurez, olores, humedad, conductividad eléctrica y relación carbono-nitrógeno”.

 

Además, Wilkinson Barral generó un modelo para prever los pasos a seguir en la eventual comercialización del compost. “Recopilamos información administrativa y presupuestaria, y calculamos cuántos orgánicos más se necesitarían, dónde buscarlos y cuánto producto se generaría. Para que sea un espacio comercial viable se deberían incorporar 9 composteras más y los orgánicos de 3 verdulerías del barrio. Así, los ingresos del compost se podrían sumar a los de las capacitaciones.”

 

Según Wilkinson Barral, el área representa un espacio educativo valioso sobre el proceso de compostaje. “Se pueden realizar eventos o brindar talleres a empresas o a escuelas para mostrar cómo se transforman los residuos orgánicos en el producto final. Por ahora, el compost se usa para la huerta de ATR, que produce alimentos para las cooperativas”.

 

Por su parte, María Semmartin, docente de Ecología en la FAUBA y directora del estudio de Wilkinson, subrayó que la FAUBA se sumó hace poco al Programa UBA en Acción para ofrecer actividades en barrios populares y en otros lugares de CABA. “Los trabajos interinstitucionales nos enriquecen al interactuar con distintas organizaciones y contextos. Es una buena oportunidad para aportar como investigadores y futuros profesionales”.

 

Semmartin, quien también es investigadora del CONICET, indicó que quieren profundizar la línea de trabajo que inició la tesis de Sol. “Desde un equipo de estudiantes y graduados de muchas carreras y tecnicaturas de la FAUBA abordamos temas vinculados a la infraestructura verde y a la gestión de residuos. Por ejemplo, queremos potenciar las capacidades de ATR para producir plantas para huerta y jardinería, generar áreas recreativas con más ‘verde’ y acompañar al área de compostaje”.