Muniboletin
05/02/17
Ciudad Innova
La hoja en blanco (y el desarrollo local)

Bajo este título un tanto intrigante voy a presentaros lo que es una pieza fundamental del éxito de cualquier plan de futuro territorial. Y por "éxito" entiendo que la ciudad o el territorio mejore significativamente las oportunidades y las condiciones que brinda a los miembros de su comunidad.
Esa idea clave es LA HOJA EN BLANCO. Voy a explicarme.

Veamos el contexto para empezar

Los gobiernos nacionales son cada vez más conscientes de que es necesario impulsar el desarrollo territorial como única herramienta eficaz para reducir las desigualdades entre las regiones del país. Y, además, disponen de recursos económicos para invertir en ello y, en muchos casos, los invierten. Esto es positivo. También hay una parte negativa que es la manera en que deciden, unilateralmente, a qué dedican esos fondos. Y el resultado es que, a pesar de las buenas intenciones del gobierno nacional (o regional) de turno, la gran mayoría de esos fondos se malgastan irremisiblemente sin generar mejoras efectivas en la calidad de vida de las personas. Dejadme que os lo ilustre con una historia real.

Veréis, un anciano nahua de la sierra de Puebla, México, me contó que un día el gobernador del estado fue a visitar una comunidad que se encontraba alejada de cualquier núcleo urbano. Y vió que no tenían agua y que las mujeres iban a buscarla cada día hasta un manantial que distaba 2 kms de la aldea. Él les prometió, en ese mismo momento, que les construiría una canalización para traer el agua de ese manantial hasta la misma aldea.

Y así lo hizo. Y se inauguró la fuente que traía el agua hasta el mismo centro de la aldea y, al día siguiente las mujeres siguieron yendo a buscar el agua al mismo lugar donde lo hacían antes. Su argumento era que, si cogían el agua de su nueva fuente, iban a coger más y más agua cada día al costarles tan poco acceder a ella. Y con ello, iban a secar el manantial y se quedarían sin agua. Su conciencia de respeto a la madre tierra no les permitía gastar más agua de la que, realmente, necesitaban para preservar así la fuente que les permitía vivir en su tierra.

Es un magnífico ejemplo de cómo la mejor de las intenciones del gobernador del estado resultó en un fracaso, un despilfarro de dinero por haber decidido por su cuenta lo que era bueno para el territorio. La frase “todo por el pueblo pero sin el pueblo” viene a describir con toda precisión lo que debemos evitar si queremos aportar mejoras a la vida de las personas.


Entonces, ¿cómo actuar?

 

Para ver de qué otra forma deberíamos enfocar las cosas, hay que considerar que el desarrollo de un territorio necesita que se combinen cuatro elementos: los recursos económicos, buena parte de los cuales pueden ser aportados por los gobiernos (nacional, regional o local), el conocimiento, al que deben contribuir las universidades y otros centros de conocmiento e innovación, el impulso de la actividad económica que requiere contar con el apoyo de los empresarios y el apoyo y la complicidad de la sociedad que es quien va a dar vida a ese nuevo desarrollo que perseguimos (y quien va a decidir si utiliza o no "la nueva fuente en la plaza del pueblo").

Para tener posibilidades de que esos cuatro elementos se sumen para transformar la ciudad,

 

  • Nadie puede definir el plan de futuro desde fuera, ya sea Gobernador o consultor experto 
  • Tampoco puede definirlo ninguno de los actores del territorio por sí solo. 
  • Por último, tampoco puede definirlo ningún experto, aunque lo haga a partir de entrevistas a los actores locales y reuniones sectoriales 

 

Todas estas afirmaciones acaban desembocando en que únicamente la comunidad, conjuntamente,  es quien puede definir el futuro que desea para su territorio. Y para hacerlo, deben ser los cuatro grupos de actores locales -administraciones públicas, universidades, empresas y sociedad civil- quienes lo definan por consenso. Y es así porque necesitamos que cada uno de ellos aporte su parte de esfuerzo cuando vayamos a poner en marcha el plan de futuro que se haya definido. Si no lo hacemos así, debemos entender que nadie que no esté en la génesis del plan se va a sentir implicado en él.

Si trabajan los cuatro sectores conjuntamente en la definición del plan de futuro territorial será cuando encuentren una propuesta que, impulsando el desarrollo del territorio, tenga en cuenta también los intereses de cada una de las partes. Para que el proyecto sea de todos y satisfaga sus expectativas, debe ser definido por todos.

Por eso no sirve, por ejemplo, partir de que el Gobierno Nacional quiera construir un nuevo puerto 

comercial porque el país lo necesita (e intentar aportar contrapartidas a la ciudad o la región para compensarla por todos los inconvenientes que genere el puerto), ni sirve la construcción unilateral de una canalización para el agua si ésa no es una necesidad de la población. Seguro que cada uno de vosotros, lectores, podríais mencionar más ejemplos de intentos fracasados por este motivo.

Otro elemento clave para definir un proyecto en el que ganen todos es que ese proyecto genere ilusión al territorio, que ilusione a todos los sectores de la sociedad. Y la ilusión no se mide en beneficios concretos. La ilusión es un sentimiento que multiplica la fuerza de quien la tiene; en este caso, una ciudad. Consiguiendo ilusionar a todos será cuando consigamos que todos se impliquen y hagan su aportación para hacer realidad ese proyecto común en el que todos ganan.

 

Un cambio de planteamiento: la hoja en blanco
 

Y en ese cambio de enfoque, la hoja en blanco es una herramienta muy potente. Porque capta la atención y el interés de todos los sectores de la sociedad al transmitirle que vamos a definir un futuro mejor pero que ese futuro que queremos definir no está escrito sino que lo vamos a definir entre todos. No hay condiciones previas. Ése es un argumento fundamental para conseguir la implicación de los actores locales.

Significa un cambio radical en el planteamiento de la definición de cualquier plan de futuro territorial. Por lo tanto, también cambia el rol del facilitador de ese proceso. Por supuesto, deberá ser experto en desarrollo territorial pero debe actuar como facilitador. Es decir, en modo alguno va a definir ni a orientar las decisiones de la ciudad sino que se va a limitar a estructurar y facilitar el proceso y sus distintos debates.

La hoja en blanco es también un instrumento eficaz para facilitar que cada uno de los actores implicados deje de pensar exclusivamente en sus propios intereses para pasar a pensar en el global, en el territorio, en la ciudad.

Por otra parte, el proceso que genera la hoja en blanco implica que los actores trabajen conjuntamente para definir ese plan de futuro común. En ese proceso, los actores locales se conocen, se descubren mutuamente, descubren las capacidades de unos y otros y descubren así el potencial real de su territorio. Un potencial que desconocían y del que ahora, tras el proceso, son conscientes. Ese descubrimiento contribuye también de forma poderosa a la credibilidad del plan que han definido conjuntamente porque se dan cuenta de que, entre todos, pueden llevarlo a cabo; de que depende de ellos impulsar su ciudad. Todo ello genera una ilusión completamente nueva en el territorio que le dará al plan un gran empuje.

Este planteamiento de hoja en blanco lleva asociada otra gran ventaja: se trata de la posibilidad de generar innovación territorial. En efecto, el grupo de actores locales, al pensar sobre el territorio, valorar todos sus activos y debatir sobre el futuro que desea desde las perspectivas de los distintos grupos de actores, es capaz de detectar nuevas oportunidades, es capaz de diseñar un futuro distinto y más rico del que cualquiera de los participantes habría podido imaginar por sí solo sin el trabajo grupal. Y eso es, precisamente, la innovación territorial.

 

Conclusión


Es necesario huir de la idea de “todo por el pueblo pero sin el pueblo” cuando queremos impulsar el desarrollo de un territorio. Además, necesitamos implicar a los cuatro grupos de actores del territorio. Y, para ello, el plan de futuro del territorio deben definirlo ellos, conjuntamente, desde el primer momento.

La hoja en blanco nos proporciona el punto de partida para conseguir todos esos objetivos consiguiendo, además, generar una nueva ilusión en el conjunto de la sociedad y permitiendo la aparición de la innovación territorial que abrirá nuevas oportunidades para el desarrollo de la comunidad.

 

Nota final: para una visión completa sobre la estrategia de desarrollo territorial, cómo definirla y cómo conseguir que se transforme en un progreso real para el territorio, os recomiendo mi "Manual de Estrategia de Desarrollo para Ciudades Intermedias (y Territorios)".