Muniboletin
21/08/16
El Día
La Plata en silla de ruedas: las calles son un laberinto de obstáculos y trampas

Las limitaciones del transporte y el estado de las rampas y veredas, principales trabas al moverse por la Ciudad.

 

“Esta ciudad es para los convencionales”, asegura Néstor Witencamps - 63 - desde su silla de ruedas, mientras en la zona de Plaza Italia trata de pasar por el estrecho margen que dejó un auto que ocupa casi toda la vereda en 43 entre 7 y 8. “O me pego a la pared, o me voy contra el auto”, agrega. La “penuria”, que le suma complicación a su problema de motricidad, se multiplica en La Plata con los desniveles de la acera, la falta de rampas, los pozos y las distintas alturas de los cordones, entre otras falencias de accesibilidad urbana.

Néstor es empleado de APRILP, de niño sufrió las secuelas de la poliomielitis, pero fue un accidente lo que lo dejó en sillas de ruedas; y si bien se desplaza en una que está motorizada, no deja de sufrir cientos de obstáculos a diario para completar el tramo que lo separa de su casa en Ringuelet hasta Plaza Italia, donde está su trabajo.

“Cuando se rompe el transporte que me pasa a buscar, vengo por 7 en la silla de ruedas y desde 527 no hay rampas y las pocas que se encuentran están en muy mal estado, tardo casi una hora en hacer 34 cuadras”, cuenta, mientras señala que en ninguna de las cuatro esquinas de 43 y 8 hay rampas, hecho que lo obliga a cruzar la calle por la mitad de la cuadra, donde aprovecha la bajada de una cochera, con el riesgo al que queda expuesto por el continuo tránsito de la zona.

No sólo se quejan de la inaccesibilidad de la Ciudad quienes se trasladan en silla de ruedas, porque también es algo que padecen los que caminan ayudados por bastones o andadores.

Lucía Ibarrola - 67 - vive en Villa Elisa, pero fue una vereda rota en 13 y 32 la que le provocó una caída que, desde entonces, la obliga a trasladarse en andador.

“Las veredas están a la miseria, pero hay que destacar que tampoco hay micros con piso bajo, a lo sumo debe haber uno por línea; no se piensa en la persona con problemas de movilidad”, apunta.

 

CASI LETRA MUERTA

 

Gerardo Burgos, integrante de la Ong Acceso Ya - que defiende el derecho a la accesibilidad de las personas con problemas de motricidad - asegura que no es por falta de ordenanzas que la Ciudad no facilita la circulación de las personas con discapacidad.

“En 1981 y en 1994 se sancionaron ordenanzas para que en la Ciudad se hicieran rampas desde el casco céntrico hacia la periferia, pero recién se hicieron algunas cuando se reformaron las avenidas 7 y 13”, cuenta Gerardo, al tiempo que hace un envión para sortear el pozo de la rampa que hay en 51 y 10. Sin embargo, cuando llega a la calle se da cuenta que en la vereda de enfrente no hay una que le permita acceder a la vereda.

“Esto pasa todo el tiempo, por suerte ahí hay un caño del que me puedo agarrar para hacer fuerza y subir el cordón, que para peor es muy alto”, señala.

Hacer un trayecto junto a un discapacitado motriz, como hizo ayer EL DIA, hace visibles barreras urbanísticas que desconoce el “convencional”, como llamó Néstor Witencamps al quien camina sin problemas.

En ese juego de roles, se descubre que desde una silla de ruedas es complicado esquivar maceteros, sillas y mesas de bares, veredas rotas, pozos por falta de tapas y hasta manteros que despliegan CDs con películas limitando el espacio de las aceras.

“Muchas veces me encuentro con autos en las veredas, entonces toco el timbre de las viviendas en donde están estacionados y les pido que los corran”, afirma Gerardo y avanza desde el Teatro Argentino hacia la Municipalidad, donde presentará un informe sobre la falta de baños accesibles y rampas móviles en el corredor gastronómico de diagonal 74, entre las plazas Italia y Moreno.

Para algunos son apenas 200 metros, pero Gerardo los mide en interminables minutos que lo obligan a hacer un exhaustivo estudio de campo. Luego alterna su desplazamiento entre la vereda y la calle, donde autos y micros les ventilan su velocidad en la cara.

La mayoría de los edificios tampoco está preparada para permitir el acceso de personas discapacitadas y hay otros cuyas rampas están tan mal hechas que utilizarlas es extremadamente complicado.

Ese es el caso de la construida en el edificio de Auditoría de Asuntos Internos, en 51 entre 10 y 11.

“La pendiente es muy pronunciada, para subirla tengo que hacer mucha fuerza con los brazos y asirme de la baranda y en el caso de bajarla, tengo que hacerlo de espaldas y en lo posible con la ayuda de alguien porque si no puedo terminar disparado hacia la mitad de la calle”, afirma Gerardo.

En ese contexto, defender su autonomía es casi una utopía. Nadie en su situación puede ingresar a comercios con desniveles o hacer trámites en edificios públicos que tienen decenas de escaleras y rampas que solo parecen cumplir con un formalismo.

Lamentablemente para Gerardo, como para los miles de discapacitados que transitan la Ciudad como pueden, son cuestiones cotidianas.

“Trabajo en la Subsecretaría de Deportes del Estadio Único que está colmado de escaleras, sin acceso a los baños públicos. En todo ese espacio solo hay una rampa”, asegura mientras se acerca al Palacio comunal, espacio que no dispone de ninguna rampa sobre la calle 11.

De acuerdo a lo que se prevé desde la entidad Acceso Ya, en unos meses se realizará una jornada en la que se pondrán 50 sillas de ruedas en la calle para que sean utilizadas por personas sin problemas de movilidad, una manera de que se conozca el problema de las barreras urbanísticas en primera persona.

 

PRESENTACIÓN EN EL CONCEJO

 

Gerardo Burgos y Pablo Pérez, en representación de la ONG de Tolosa, Iniciativa Ciudadana, presentaron ayer en el Concejo Deliberante local un relevamiento realizado en 18 bares, restobares y restaurantes de diagonal 74, en el que se encuestaron a 88 personas.

De todos esos espacios solo 3 contaban con 3 baños en planta baja, accesibles y 2 tenían rampa móvil.

El estudio reflejó las constantes trabas y problemas que deben atravesar las personas con discapacidad.

“Realizamos este relevamiento teniendo en cuenta que las personas con discapacidad también tienen derecho como cualquiera de nosotros al esparcimiento y la sociabilidad. Los datos obtenidos demuestran una absoluta falta de consideración y a la vez un gran vació legislativo que venga a poner orden en estas cuestiones. La ley 10592 que el Régimen Básico e Integral para las personas discapacitadas debe ser acompañada por ordenanzas que efectivicen su cumplimiento”, señala Pablo Pérez, impulsor del relevamiento.

De los locales visitados en el tramo comprendido entre Plaza Italia y Plaza Moreno sólo el 12 % de los contaba con rampas móviles.

El 84 % de esos comercios no contaba con baños para discapacitados.

“No existe ninguna normativa que los obligue a tener sanitarios para personas con discapacidad. Sólo el artículo 24 de la ley 10592 llama a estos lugares a contar con ese servicio, pero no existen medidas punitivas para quienes no cumplen con la norma”, agregó Pérez.

Según se aclaró, todo edificio de uso público, sea su propiedad pública o privada, existente o a proyectarse en el futuro deberá ser completa y fácilmente accesible a personas con movilidad reducida, contemplando no sólo el ingreso al mismo, sino también, el uso de los espacios comunes y de circulación interna e instalación de servicios sanitarios, que posibiliten la vida de relación de esas personas.

Además se denunció que un gran número de bares tienen sus baños en planta alta, con acceso sólo por escaleras y el 88 % de los mismos tienen desniveles en su interior imposibilitando la movilidad del discapacitado.

 

EN CIFRAS

 

En Argentina, el 12,9% de la población (5.114.190 de personas) declaró en el Censo Nacional de Hogares 2010 tener alguna discapacidad. Y en el mundo el porcentaje es mayor: la Organización Mundial de la Salud calcula que más de 1000 millones de personas (cerca del 15%) viven con una discapacidad. Se calcula que por culpa de una arquitectura que no tiene en cuenta las excepciones, cerca de 75 mil personas con impedimentos físicos permanentes o temporarios (entre el 12 y 20 por ciento de la población), ve recortada diariamente su libertad de desplazarse por La Plata.