Por Orlando Costa
Como cada 5 de Junio, Día Mundial del Medio Ambiente, despierta nuevas preocupaciones.
Vivimos en un planeta más contaminado, con agotamiento de recursos naturales y récords anuales de calentamiento por el cambio climático que provoca catástrofes.
En 2015 la ONU aprobó los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), titulando “Transformando nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” al documento original. Es una crítica al modelo vigente de consumo y derroche desenfrenado, que atenta contra la salud de las personas y el planeta. A la vez propone un desarrollo sostenible, más justo y equitativo, para generar prosperidad erradicando la pobreza y cuidando el medio ambiente.
El último Informe Especial de Calentamiento Global -del Panel de Expertos de la ONU sobre el cambio climático- alerta sobre el incremento de la temperatura, el retiro de hielos en el Ártico, el derretimiento de glaciares, el aumento del nivel del mar, el incremento de las catástrofes climáticas, entre otras, y hace un llamado a acelerar medidas para disminuir un 45% la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) hasta 2030 y lograr 0 neto (las emisiones menos la absorción) en 2050, intentando evitar que la temperatura media crezca 1,5 °C respecto a los niveles preindustriales del siglo 19, en los próximos 15 o 20 años y no en 2100 como se estableció en el Acuerdo de Paris.
Millones de personas están siendo afectadas y se multiplican los riesgos hacia el futuro. Urge que todos los países mejoren sus planes de acción climática y por eso este año habrá dos eventos importantes de la ONU.
En la Cumbre sobre el Clima a realizarse en Setiembre en Nueva York y en la Conferencia de las Partes (COP 25) en diciembre en Chile, se debatirá cómo hacerlo.
Mientras los organismos internacionales apuran acciones, las ciudades, los municipios, los territorios, avanzan con programas y medidas.
La Red Argentina de Municipios frente al Cambio Climático (RAMCC) nuclea a 180 gobiernos locales que trabajan en cuestiones ambientales y climáticas con actividades concretas.
Menciono dos: un Plan Local de Acción Climática con metas de reducción de emisión de GEI a 2030, que incluye un Inventario de GEI y Evaluación de riesgos climáticos; Eficiencia energética y Energías renovables; Forestación urbana; Gestión de Residuos; Movilidad sustentable; Diseño de viviendas y edificios sustentables; Planeamiento urbano ambiental; Gestión de riesgos de desastres; Obras de infraestructura sostenibles; Manejo de recursos hídricos; Protección de ecosistemas (humedales, pastizales, áreas verdes); etc.
Y un Plan Municipal de Eficiencia Energética y Energías Renovables para edificios, viviendas, espacios públicos, vehículos, etc, que promueve reducción de consumos y consumo responsable, utilizando equipos y artefactos más eficientes pero también mediante mejores comportamientos que eviten el derroche y mal uso de un bien escaso como es la energía.
El ahorro energético y las energías renovables traen beneficios económicos, ambientales y sociales; y son consensuales, ya que nadie puede oponerse a ello como ocurre en países vecinos y en todo el mundo.
Vivimos en el Siglo del conocimiento y la innovación, de las tecnologías y los inventos que cambian las formas de producir y vivir, con muchas oportunidades para prosperar pero también con riesgos climáticos y ambientales que hay que superar.
La agenda política debe ocuparse más de esto. Los líderes locales sobre todo, compartiendo la planificación del desarrollo sostenible con los actores económicos y sociales de cada territorio.
Vamos hacia una economía y una sociedad con menos Carbono. Una economía verde no antagónica con la protección del medio ambiente, con ciudades más sustentables en las que la calidad de vida no tiene que ver solamente con la oferta de los servicios y bienes materiales que necesitan las personas, sino también con entornos saludables y educación para aprovechar oportunidades y vivir mejor.